Mentoring HSV

El Circuito de Recompensa se encarga de informarnos, en todo momento, de las cosas atractivas, o sea, las que nos gustan más y las que no nos gustan o son peligrosas.

Aunque a menudo se hable del sistema de recompensa del cerebro como el mecanismo que "orquesta las adicciones",  esa es una visión muy pobre y limitada de las personas y su biología. Hay una forma mucho más constructiva de entendernos:  Tener metas en la vida es esencial y es sinónimo de salud y bienestar. La motivación y el placer, las ganas de hacer las cosas, el apetito, el deseo de hablar con los amigos o de aprender algo, el deseo de ganar... son actitudes que están impulsadas, al menos inicialmente, por el Circuito de Recompensas, un circuito  fascinante. Comer, descansar, mantener una conversación con los amigos en una cafetería, esperar un like en la foto que acabamos de subir a nuestras redes sociales, comernos un postre de chocolate, salir antes del trabajo para ir de compras o al cine… Todos estos comportamientos tan elementales que nos acompañan en cada una de nuestras jornadas están regidos por el sistema de recompensa del cerebro. Seguro que ya hemos oído hablar de nuestro instinto de supervivencia. Todos los procesos que orquestan este instinto primordial son, generalmente, automáticos y regidos, en la mayor parte de los casos, por una emoción básica: el miedo. Él miedo es quien nos hace ser prudentes, quien nos hace recordar que la vida tiene peligros y que a menudo, vale la pena quedarnos en la zona de confort. Pero, desde que nacemos, también llevamos "incorporada", para nuestra supervivencia, la emoción básica del placer: todos los datos o estímulos que llegan nuestro cerebro desde los sentidos, disparan una información química, que nos informa sobre si el estímulo nos gusta, nos sorprende, nos da asco, nos alegra, nos da miedo, nos pone tristes o  contentos: Son las emociones básicas de las personas.